Páralo en tu casa

Que la masacre ocurrida esta semana en Texas nos horroriza a todos no es discutible. Seguro que todos pensamos que es cruel, atroz, injusta y ¿evitable?

Mucho se habla de esto cuando ocurre, que si el asesino sufría bullying, que si tenía problemas mentales a raíz de hechos ocurridos en su infancia o que si había estado expuesto a violencia gratuita e innecesaria. Justo ahí, en la exposición de la infancia a la violencia quisiéramos detenernos un momento. Porque como decimos, hablamos mucho cuando ocurre una desgracia de una magnitud considerable, pero no de la cercanía que en muchas ocasiones tienen nuestros hijos a imágenes y situaciones de violencia consentida, de las semillas que se siembran día a día, como un goteo inapreciable y que, en ocasiones, germinan en masacres y desgracias de esa índole.

En muchas ocasiones hemos hablado de los juegos en los que los niños usan armas como diversión, y en la manera en la que hemos llegado a tolerar e incluso normalizar que los más pequeños se diviertan con determinados dibujos animados, series (como el revuelo ocurrido  hace unos meses con el juego del calamar), con videojuegos como GTA, Fornite o Free Fire o con armas de juguetes.

Es sorprendente cuantos niños menores de 7 años conocemos que juegan a videojuegos de este tipo, donde ya sabemos las contraindicaciones y los efectos tan negativos que pueden llegar a tener sobre su mente y sus comportamientos.

Y retomamos el ¿Evitable? Por supuesto, evitable en la medida en la que ejercemos el control sobre lo que nuestros hijos consumen, sobre lo que ven y oyen en internet, sobre lo que juegan en las pantallas como guerra, destrucción, armas, violencia, derrotar al contrincante, alianzas con otros. A esas edades todo debe estar supervisado y bajo el criterio de los padres, eso sí, primero hay que tener criterio, que es quizás la parte más difícil, la de saber discriminar y la de no dejarnos llevar por la moda o la novedad de turno en la sociedad.

Hace casi 20 años entró en circulación la palabra PEGI. Detrás de ese acrónimo está una clasificación por edad para el contenido ofrecido por los videojuegos y demás contenido digital. Si como padres tenemos el buen criterio de guiarnos por lo que dicen los expertos sobre el material que adquirimos para nuestros hijos pues podemos tener un buen comienzo, si por el contrario decidimos tener una valoración propia, adicional o diferente sobre la violencia o el contenido que es apropiado o no para nuestros hijos pequeños y se lo proporcionamos, entonces propiciamos en ellos el inicio de comportamientos igualmente violentos y destructivos que los que usan para entretenerse.

Partimos de la base que nuestros hijos hacen lo que ven, y nos toman como modelos y, en su defecto, reproducirán aquello que están aprendiendo y viendo, si tu hijo de 4 años juega a Fornite en casa, lo más seguro es que en el Patio del colegio juegue a Fornite con otros niños y busque objetos que se le asemejen a las armas que usan en el juego para reproducirlo en la vida real.

Eso es lo malo, y lo peor es, que en ocasiones, “pagan el pato” de nuestra imprudencia como padres los más vulnerables, las víctimas de los comportamientos de los “niños sin límites”, de los que empiezan jugando y acaban matando, o simplemente pegando, porque jugar a pegar no deja de ser violencia, se mire por donde se mire, es la primera exposición a la violencia consentida de nuestros hijos, y la base de una violencia más cruel el día de mañana.

Suena duro sí, pero no es preciso que 19 niños y 2 profesores mueran para saber que todos corren peligro, si desde la más tierna infancia, parte de la educación de un niño pasa por sentarlo delante del televisor a estar entretenido pegando tiros mientras yo, padre, lo apruebo y estoy un rato tranquilo.

Aun así, somos afortunados, esta noche tendremos la oportunidad de acostar a nuestros hijos, de darles un beso antes de dormir, de rezar con ellos por las victimas de Texas y, mañana, será otro día, otra nueva oportunidad para seguir educando en el respeto y la paz.

Desde la familia tenemos el mejor arma para poder transformar la sociedad, el amor.

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